¿Traducción simultánea?

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¿Traducción simultánea?

El anonimato de mi trabajo es de las cosas que más disfruto. Solemos perdernos entre conferencistas, micrófonos, hileras de sillas, salones enormes, ponentes, público, coffee break, pantallas y meseros. La gente rara vez se pregunta de dónde viene la voz que sale del “aparatito traductor”, como he escuchado que le dicen al receptor.

Tiene sus ventajas: no hay que socializar con nadie, estamos escondiditos por ahí, nadie se nos acerca, nos da privacidad y, principalmente, nos permite concentrarnos al 100 y sin distracciones. Claro, esto si estamos en una cabina completa y en condiciones óptimas. Si no es el caso, factor que con mucha frecuencia es incontrolable, “padecemos” el desconocimiento del público de nuestra profesión. Y para este tema en particular, hay mucha tela de dónde cortar.

Quiero empezar esta entrada con comentarios y preguntas que, de pronto, nos dan mucha risa. Si por casualidad el evento es en un lugar pequeño y el espacio permite meter una media cabina en la que el público nos encuentra fácil, entonces nos volvemos “víctimas” de todo tipo de solicitudes, desde “disculpe, señorita, ¿dónde es el baño?” hasta “¿está en vivo el programa de radio?” pasando por “¿me podría dar un traductor instantáneo?”.

La verdad, la respuesta depende del nivel de estrés o del tipo de interrupción. Hay veces que es fácil decir “no, aquí no es”, y se van y ya. Pero hay otras ocasiones en las que, de plano, nos han interrumpido mientras interpretamos. Ahí nuestra respuesta suele no ser tan amable. La gente no conoce nuestro trabajo y no se da cuenta de los procesos complejos por los que pasan nuestras neuronas, entonces se le hace fácil preguntar mientras hablamos, escuchamos, entendemos y tratamos de descifrar un mensaje y reorganizarlo de una forma que tenga sentido en la lengua a la que “traducimos”.

Entre las preguntas más divertidas que hemos escuchado están: “entonces, ¿tu computadora te va diciendo qué traducir?, o sea, ¿te dicta lo que tienes que traducir al instante?” También está la de: “entonces, ¿estás usando el traductor de Google Translate en tu celular para traducir?” Otra favorita es: “¿se estudia para ser traductor instantáneo?” ¿Acaso somos café o a qué se refieren? Tampoco faltan en el repertorio: “¿cómo le hacen para la traducción inmediata?” o “¿En tus audífonos alguien te dice qué decir?”

Nuestras respuestas varían. Hay colegas intérpretes que se enojan y ofenden porque nos preguntan esas cosas, pero yo, la verdad, no soy de esas. A mí me ha quedado claro desde muy pronto en mi carrera que este anonimato tiene su “precio”, y es justo que vamos a tener que responder y aclarar este tipo de dudas y preguntas ¡SIEMPRE!, y hasta el fin de los tiempos.

Ojalá tuviéramos a un duendecito o un mago dictándonos lo que tenemos que decir, especialmente cuando estamos en un evento de estocástica (¿?), o cuando nos toca algún político que utiliza frases rimbombantes que ni ellos entienden, o cuando el orador se pone tan nervioso de estar frente al público que decide leer toda su ponencia a la velocidad de la luz. También hay esos momentos en que nos toca una conferencia remota con un ponente de acento difícil y para agregarle emoción a la chamba la conexión a internet es fatal y, por lo tanto, el audio es casi indescifrable.

Pero, mientras eso no pase, no nos queda más que ser pacientes y explicar que no somos traductores instantáneos, ni inmediatos, ni hay un persona diciéndonos qué decir o traducir, ni que Google Translate nos dice el guión.

By | 2017-06-16T03:59:34+00:00 abril 26th, 2017|Interpretación|1 Comment

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  1. admin 11/11/2014 at 6:46 pm - Reply

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